24/6/13

Saramago, humano

Caín y Abel, óleo sobre lienzo de Pietro Novelli

Las novelas que mayor peso tienen en el conjunto de la obra de José Saramago son a mi parecer El evangelio según Jesucristo y Ensayo sobre la ceguera. En la primera, el portugués hace gala de una reflexión profunda acerca de la vida de Jesús de Nazareth y con una visión crítica lo obliga a transitar por los parajes de Galilea y Jerusalén, lo acerca a la prostituta María de Magdala en cuyos sudores encuentra de cierto modo un asidero y un templo de expiación, lo hace caminar a paso lento por las riberas del Jordán y le enseña a pescar en sus aguas como lo hiciera el ficticio Jesús bíblico. Y lo más importante es que lo sume en el fango profundo de la culpa y las pasiones. El mérito de Saramago consiste en volver humano al Dios. Jesús no es el mártir que en nombre de una hipotética divinidad aboga por la salvación de los hombres, sino el animal pensante que, pese a entregarse en sacrificio al capricho divino, cuestiona el supuesto orden que se le asigna, lo indaga, y lo circunda con una meditación de tintes por demás humanos. 


La segunda obra aludida, Ensayo sobre la ceguera, nos conecta a la contemporaneidad, un mundo que se rige por una escala de valores supeditada al egoísmo de la especie; y el autor lo hace por medio de una fabulación de connotaciones filosóficas. El trasfondo de la novela nos demuestra que el ser humano en su afán de libertad desmedida, puede volcar hacia las más bajas debilidades, la sinrazón y la muerte. 


De la misma forma que en El evangelio según Jesucristo Saramago aborda los libros bíblicos del Nuevo Testamento, en Caín, nouvelle escrita en sus últimos años de vida, el escritor trastoca la historia de las páginas del Pentateuco para enfocar su visión en la vida del proscrito hijo de Adán.

Me interesa analizar aquí esta novela porque indaga en temas relacionados directamente con la tradición religiosa judeocristiana, quizá en los asuntos más espinosos. Estéticamente Caín no es una novela perfecta, a diferencia de El evangelio... y eso se nota con una lectura atenta y en el contexto de todo su trabajo narrativo. Por el estilo discursivo de Saramago, cuyas frases extensas y adosadas de disquisiciones dominan la narración, resulta un poco forzoso hacerla encajar en el andamiaje estructural y segmentario de una novela corta tal como la previó el portugués. El mismo problema de estilo lo hallamos en sus cuentos. Para Borges, como afirman algunos, hubiese sido insostenible perpetrar una novela de largo aliento debido a su estilo aforístico. Para Saramago, resulta difícil mantener una ilación permanente en obras cortas sin que no se note su tono artificial, salvo una excepción: El cuento de la isla desconocida, que por lo demás es un relato largo. 

De esta manera Caín se perfila como una novela que busca dominio en el campo del estilo y también en el del contenido, aunque prevaleciendo levemente éste último aspecto sobre el primero, sin romper la maestría escritural del autor ni ir en detrimento de ésta. Pero si algo debemos alabar en Caín técnicamente, es la ejecución en la forma, llevada con paciencia e inteligencia hacia un final concluyente y por lo tanto sorpresivo. Caín tampoco es un panfleto ateo, como insinúan con pretensiones de originalidad sus múltiples detractores. Es una novela cuestionadora que arremete contra los dogmas impuestos por el orden espiritual vigente y que modifica los planteamientos religiosos que se presentan como pautas axiomáticas acomodándolos a una postura que linda con las más elevadas formas del razonamiento. 

La trama no es complicada, pero muy original. Caín, al haber asesinado a su hermano, es condenado a errar por diversos espacios y épocas. En su travesía se topa con personajes que son icónicos en la mitología judeocristiana. Pero con quien batalla en permanente debate es con Dios. El objetivo supremo del desterrado es vencerlo. Un ser sufrido como pocos comprende sin ningún tipo de esfuerzo que un Dios que obliga que lo amen es una divinidad caprichosa. Es un Dios que no merece la vida. De esta forma Caín empieza a emprender su jugada maestra. Para asesinar a Dios, Caín decide matar a los hombres. Saramago desemboca en una cavilación básica: sin ser humano no hay dioses. Y a acabar con la humanidad (con Dios) se dedica Caín dentro del arca de Noé, uno de los lugares al que lo conduce su errancia. 

Caín no llega a ser un panfleto ateo, por el contrario, sus abundantes dotes de invención y su profusa reflexión acerca de la existencia de un dios que por sus actuaciones resulta más inverosímil que el menos dotado de los individuos, un ser colérico y caprichoso al más puro estilo de las enseñanzas bíblicas, nos plantea la necesidad de enfrentarnos a quienes a diario nos señalan (nos marcan) induciéndonos a la desunión, la parálisis y al estigma en nombre de la invención más terrible y absurda que han abortado las neuronas. 

Caín nos enseña que hay que combatir la ignorancia. No con golpes, ni con insultos, sino con el martillo de la razón, con las estratagemas adecuadas para matar al imaginario de Dios que está incrustado, !ay humanidad, esta es la verdadera cisticercosis!, en las cabezas de los hombres. 

Para el lector pacato este tipo de escritura desbordará en la herejía y lo incomodará, haciendo que se oville sobre sí mismo como un quilópodo cuando siente los duros pasos de la razón. Para el lector atento aportará una fuente vasta de reflexiones y una ventana hacia un pensar que ha permanecido oculto y mancillado por culpa de quienes detentan el poder y las supuestas verdades ineluctables. Finalmente, para el lector heterodoxo, ese que siempre pretende avizorar nuevos espacios tanto narrativos y artísticos como del conocimiento, Caín le dará la satisfacción de una obra que engrana perfectamente el pensamiento crítico, la imaginación, el humor refinado y la entrega absoluta a una moral despojada de dogmas que debería guiarnos en cada accionar, todo esto contado por una voz llena de ironía pero sobre todo con un inmenso peso de sentido humano. 

Saramago nos ha mostrado que todos somos como el oscuro hijo de Eva, que llevamos dentro a un inconforme, y que es necesario mostrar permanentemente las verdades para acabar de una vez por todas con las “mentiras religiosas” que es como decir “doble mentira”.

17/12/11

Charles Chaplin y la humana sonrisa



Charles Spencer Chaplin nació en Londres. Se destacó en el cine por ser un original director y actor, productor y compositor, trabajando en alrededor de 90 films.
Sus películas de humor dramático constituyen un hito en la historia del cine, y se ha convertido en uno de los autores fundacionales de este arte.
Sus primeras películas, marcadamente cómicas pero con un trasfondo de drama, fueron rodadas sin sonido.
Dos de sus últimas realizaciones le acreditan el lugar que le corresponde en la historia: Monsieur Verdoux y Candilejas, obras de contundentes preceptos filosóficos y estéticos.
Su producción anterior se sirve del utillaje de la vida de seres marginales de la sociedad para implantar su crítica social característica en obras como El chico, La quimera del oro, o Tiempos modernos, ésta última catapultada como muestra de que la perspectiva crítica (en su acepción de denuncia) de una verdadera obra sobrepasa los presupuestos ideológicos del autor; film que se inmiscuye en predios de connotaciones políticas tal como acontece deliberadamente en El gran dictador, parodia magistral del líder de los nazis y a la vez manifiesto político y humano.

Modern Times (Tiempos modernos), es una comedia dramática de 83 minutos de duración rodada en 35 milímetros y blanco y negro. La mayoría de las tomas están hechas en plano medio y plano americano con tomas estáticas. Es una película de cine mudo que inserta cortos efectos sonoros y la voz de Chaplin, al final del film, cantando la Charabia, demostrando que la capacidad de expresión del humano supera el habitual concepto que guardamos de ésta, igualada en forma en los discursos fulgurantes y llenos de sinsentido del personaje que mimetiza al dictador alemán. 
Un obrero de una fábrica metalúrgica pierde la razón debido al trabajo excesivo impuesto por su jefe. Luego de salir del sanatorio se ve envuelto por casualidad en una manifestación popular de desempleados y es enviado a la cárcel acusado de comunista. Al salir conoce a una muchacha que ha escapado de las autoridades al pretender enviarla a un orfanato, con la cual tendrá una relación amorosa. Al final, luego de pasar miserias, ambos consiguen trabajo como artistas en un restaurante; pero debido a que la muchacha es acusada de haber huido de las autoridades, se ven obligados a escapar.


El vagabundo de esta historia es Charlot, un personaje recurrente en el conjunto de la obra fílmica de Chaplin. Con un profundo halo de humanidad, Charlot es impactado por las situaciones a las cuales lo someten. Primero a sinrazones de orden laboral. Luego a iniquidades de naturaleza social. Y por último a absurdos de imposiciones de la justicia.
Esta película ha sido considerada como una crítica a los tiempos de la Gran depresión, pues Chaplin refleja las condiciones históricas de la caída de la economía que sacudió a su país; al mismo tiempo que narra una divertida y a la vez sufrida historia de amor. 

Limelight (Candilejas), es una obra de madurez cuya duración es de 134 minutos, rodada en un formato de 35 milímetros y en blanco y negro.
Un artista en decadencia, sumido en el alcohol y la desesperanza, ve obnubilada su carrera por el peso de los años. Hasta que conoce a una muchacha desvalida e incapacitada, a quien salva del suicidio, y quien le modificará el rumbo de su existir. Éste deposita en ella sus esperanzas, le reafirma las ganas de vivir y de volver a ser una estrella. En el proceso él terminará por cumplir el propósito que ha inculcado en su pupila.


Calvero, es un payaso que ha perdido la fe en su arte y busca refugio en el alcohol. Todo es fracaso. Pero logra rescatar de una muerte segura a Thereza, quien luego sucumbe a un enamoramiento que Calvero, aunque comparte, no lo juzga adecuado, arrojándola en brazos de un joven pretendiente. Relación que Calvero, a contrapelo, avala e impulsa. Thereza, joven prometedora es jaloneada por su destino para volverse una famosa artista del ballet.
Luego de sentir el fondo del fracaso debido a que nadie lo considera original, Calvero logra sobreponerse y ser reconocido por las masas que otrora lo vilipendiaron. Lastimosamente es demasiado tarde. Su espíritu ya no soporta más y su cuerpo lo acompaña.
Las tomas de Candilejas se ejecutan en planos medios y planos americanos. La mayoría de éstas son estáticas, no obstante encontramos esporádicas tomas hechas con panorámicas horizontales de seguimiento.
La música de la película (como se constata en toda su filmografía) fue compuesta por el mismo autor y se considera una de las mejores partituras de la historia del cine.
Candilejas se transforma así en una de las mayores ejecuciones artísticas del genio de Charles Chaplin y es vista como una suerte de autobiografía y al mismo tiempo como invención de gran capacidad creadora. Candilejas devela a un Chaplin en su mayor esplendor estético.
Chaplin se vio obligado a abandonar su país debido a la persecución anticomunista.
La última temporada de su vida la residió en Suiza. Allí falleció a los 78 años.

30/11/11

Tennessee Williams y el deseo arrollador


Su verdadero nombre fue Thomas Lanier Williams III. Representó obras en Broadway, que fueron llevadas rápidamente al cine. Retrató a pequeñoburgueses marginados y fracasados de la sociedad sureña estadounidense, agobiados por el alcohol y una oscura carga de fracaso sexual, temas que, se sugiere, encarnan parte de su vida.

En sus escritos tuvo un peso enorme el teatro de Strindberg, Chéjov y O’Neill; las obras de Lawrence y Faulkner; su propia vida.

Oscilando en las 50 obras, el teatro de Williams hace acopio de las propuestas estéticas ya refrendadas por el simbolismo de O’Neill y las muestra bajo una lente menos simbólica y más apegada a sucesos cotidianos presentados con una fuerte carga de un pasado que marca.

A streetcar named desire (Un tranvía llamado deseo), narra la historia de una mujer sumisa que convive con su esposo dominante. Una hermana de ella, para nada conservadora (desequilibrada y alcohólica) llega a cambiarles la vida.

Stella Kowalski, de carácter sumiso y conservador, sueña con horizontes desconocidos pero su consuetudinaria obligación marital le muestra los límites de su existencia.

Stanley Kowalski, hombre dominante, marido de Stella, siente un irresistible deseo hacia su cuñada Blanche que está de visita, al extremo de que, suponemos, llega a violarla.

Blanche du Bois, alcohólica, con un pasado turbio, llega a Nueva Orleans para intentar redimir una parte de su vida; todo esto sin conseguirlo.

El deseo como metáfora de la existencia es uno de los temas más evidentes en esta obra. El deseo, la pasión humana por antonomasia.

Es necesario no soslayar el encuentro chocante entre dos clases sociales: un proletario con la masculinidad sobrecargada y una imitadora de burguesa que posee un pasado que la condena. Extraño pero no improbable dueto.

Cat on a hot tin roof (La gata sobre el tejado de zinc caliente), nos sumerge en la desdicha de dos seres insatisfechos que son condenados a permanecer juntos.

Brick, un ex deportista, ha buscado refugio en el alcohol debido a la muerte de un amigo con el cual guardaba una estrecha y secreta amistad. Margaret, su mujer, lucha porque el amor de éste, intentado que abandone su pasado.

Gooper, es el hermano de Brick, personaje que jalonea la obra hacia los predios de la ambición ya que muestra su interés por la plantación del padre. Es llamativa la imagen de Edith, mujer de Gooper, en cuyas palabras resuenan ecos de Lady Macbeth.

El abuelo, padre de Brick y Gooper, está enfermo de cáncer y decide en contra de toda lógica depositar su herencia en el alcohólico de la familia, por lo cual, al converger todos estos personajes, se produce una polémica con tintes de inminente contienda.

La avaricia, el pasado como tormento, el amor que lucha pese a no ser correspondido, el alcohol como método de evasión, son los temas recurrentes de Tennessee Williams en esta obra ejecutada magistralmente hacia la perfección.

En comparación con Un tranvía llamado deseo, tendríamos:

El pasado como tormento y el alcohol como método de evasión:

En Brick, quien luego de la muerte del amante (un ex compañero de deportes) no deja de pensar en su supuesta culpa.

En Blanche (de Un tranvía…) y su afán de redimirse.

El amor que lucha frente a la no correspondencia:

En Margaret, quien pretende hacer olvidar a Brick del amor que sentía por su amigo muerto.

En Stella (de Un tranvía…), quien ama y sufre por Stanley a pesar de sus maltratos.

Y en una comparación extraliteraria, juntándola a la canónica Deseo bajo los olmos de O’Neill:

La avaricia.

La desesperación de Gooper y Edith por hacerse con la herencia en correspondencia con el deseo de posesión en Eben y Abbie (en Deseo bajo los olmos) por la propiedad del viejo patriarca.

En referencias temáticas esta obra de Williams se complementa con ya aludida y se alimenta de la tradición teatral temática de O’Neill, de quien se sirve para elevar la avaricia y ambición hacia una categoría de lecturas más complejas.

3/11/11

Roberto Arlt entre la turba de desesperados

Roberto Arlt nació en Argentina, y con su obra abrió paso a la literatura americana de la primera mitad de siglo.

Nunca fue dócil en los estudios formales. Pero se capacitó frecuentando las bibliotecas y nutriéndose de los rusos, de Gorki, Tolstoi y especialmente de Dostoievski.

Trabajó como secretario de Ricardo Güiraldes; fue periodista; fue amigo de Onetti.

De Dostoievski aprendió a retratar a los marginales. Sus temas de carácter urbano desfilan desde la incomodidad existencial hasta una suerte de denuncia social.

Como a sus personajes, la vida no lo trató bien.

Debido a una falla cardiaca, su corazón dejó de palpitar el 26 de julio de 1942.


En tránsito entre la novela social y el existencialismo, Los siete locos (1929), retrata la Argentina de comienzo de siglo, y su imaginación la forja a partir de personajes bautizados (de pensamiento) en una élite secreta con pretensiones de visionarios que se disponen a modificar el rumbo de la historia por medio de empresas amorales.

Contada desde un punto de vista objetivo, del narrador sólo se podrá conocer que es amigo de Erdosain y que éste, en la estancia que pasó en su casa, le confesó la historia que narra.

De esta forma conocemos la historia de este curioso personaje y la turba de exasperados que navegan en contra de la moral para hallar un lugar en el mundo. La narración se centra en la mirada de Erdosain, y sus ilusorias realidades perpetradas en estado de vigilia, por medio de las cuales juzga y juzgamos a los demás personajes.

Remo Augusto Erdosain, de tendencia metafísica y con profundos problemas existenciales, se ve acosado por una vida para nada gratificante (deudas, merecidas inculpaciones por fraude, el abandono frontal de su esposa, que huye con otro hombre delante de sus ojos) que lo impulsa a cometer desliz tras desliz (robar o conspirar muertes).

El Astrólogo es un visionario que lidera la secreta logia que cambiará el mundo con un estrafalario proyecto que inicia con el control del negocio de los burdeles. En esta trayectoria de buscar adeptos que se conviertan a su fe redentora y amoral, se topa con Erdosain a quien jalonea a su costado, pero quien se incluirá por motivos para nada concernientes a alguna revolución que modifique la sociedad, sino que obrará por simple inercia y por el afán vengador de ver aniquilado a su antagonista de amores.

La obra explora los límites de la moral, de la soledad y la angustia ante la existencia, del hombre enmarcado en el contexto social al que Arlt pretende denunciar.

Los conflictos interiores de Erdosain catapultan la impronta temática de la obra hacia una estatura universal.

Roberto Arlt, claramente influenciado por Dostoievski, desarrolla los temas recurrentes de su narrativa por medio de personajes marginales de la urbe, generalmente pequeños burgueses cargados de conflictos internos y degradados por una moral que choca en valores contrapuestos de una sociedad desigual. Tal como Erdosain o como el Astrólogo, cada uno con sus rasgos peculiares y ubicados en su esquina respectiva son enlazados por un giro del destino que los acogerá en el culmen de las más bajas y fétidas acciones.

La arquitectura de la novela es descuidada en alabanza al desarrollo de los temas, y la calidad formal de la obra queda relegada ante la maestría de narrar de Arlt.

Obra dispareja formalmente. Obra de profundas implicaciones humanas en su temática.

_______________________

Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.

[…]

Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.

[…]

Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias.

[…]

De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables:

“El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc.”

No, no y no.

Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un “cross” a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y “que los eunucos bufen”.

Roberto Arlt

Palabras introductorias a Los lanzallamas, continuación de la novela Los siete locos.

13/10/11

Antonio Vivaldi, El placer

Quizá el tiempo lo demandó así. Quizá la cultura de los nobles en la Europa de principios del siglo XVIII haya requerido la música alejada de las grandes pasiones que atormentan el alma humana y someterse al imperio de lo estético, al sublime mundo de la contemplación. Y él, a diferencia de Bach, se doblegó a los caprichos del tiempo.

Las obras de Vivaldi poseen un afectado virtuosismo que se hace patente en cada concatenación de notas. No obstante, este hecho no merma su maestría. Su capacidad formal de estructurar las obras lo convierte en un creador con nociones innovadoras y en lo posterior poderosamente influyentes.

Il prete rosso, como fue llamado, ha pasado a los pedestales de la fama histórica por los primeros cuatro conciertos (Cuatro estaciones) de los doce que completan Il cimento dell’armonia e dell’invenzione, conjunto de creaciones que le acreditan un lugar en las páginas de la música y del arte. La propuesta de estos cuatro conciertos es la contemplación. Se representan situaciones arquetípicas de cada estación del año y se les encumbra con violoncelos y violines y demás instrumentos de cuerda, en conciertos de carácter marcadamente descriptivos.

La obra es programática y de una riqueza formal altamente cuidada, pues pretende imitar la naturaleza. De esta manera la magia musical del virtuoso Vivaldi a través del violín o del violoncelo nos hace sentir el trino de los pájaros, los ladridos de canes, los zumbidos de las moscas, la modorra o el frío con una intensidad tal que su obra rebasa los estándares habituales con los cuales suele coronarse al arte.

Pero quiero ocuparme aquí de una obra menos alabada de Vivaldi, y que aunque oculta tras sus cuatro primeras y grandes hermanas no es de menor estatura que las demás. Me refiero al concierto ubicado en la escala Nº 6 del Catálogo Ryom de Il cimento dell’armonia e dell’invenzione, más conocido como Il piacere.

Il piacere, como cada concierto de Vivaldi, se estructura en tres tiempos. En este caso: Allegro, Largo & Cantabile, Allegro.

Qué podemos aprehender, captar, de esta volátil muestra del ejercicio virtuoso por el que se caracteriza el eterno Vivaldi. Pues que a diferencia de sus obras consagradas ya aludidas, en este concierto pensado para violín se permite el desliz de una pasión entera. Ya no es el delicado Vivaldi, supremo hacedor, que contempla desde su sideral morada los objetos de su creación y con paciencia los abandona a su suerte, luego de haberlos manipulado con el cuidado del demiurgo. Esta vez su alma creadora se queda y amasa el sonido con un vitalismo arrasador y lo trastoca en algo superior a nuestros sentidos, elevándonos hacia una comprensión llevada al sentir. Los primeros cuatro conciertos (Cuatro estaciones), poseen una forma inclinada al campo del entendimiento y la emoción. Il piacere, nos sumerge en una contemplación de otro orden, nos obliga a voltear la mirada hacia dentro del ser humano. Sin dudarlo, es una obra que desbroza los caminos para el gran Bach.

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Entre todas las Ouvertures oídas por mí no encuentro más que a un tal Vivaldi veneciano que haya dicho algo en sinfonía; ha descrito en un gran concierto de violines las cuatro estaciones del año.

Angelo Goudar


Vivaldi es un anciano que posee una prodigiosa capacidad para componer. Yo mismo le he oído alardear de que era capaz de escribir todo un concierto en menos tiempo que un copista necesita para copiarlo.

De Brosses


Era el compositor de la Música para la obra de la Ascensión el señor abate Vivaldi llamado el Cura Rojo por el color de sus cabellos. […] Este famosísimo tañedor de violín […] célebre por las Cuatro Estaciones componía también obras en Música; y por mucho que dijeran los buenos conocedores, que flaqueaba en el contrapunto, y que no colocaba los bajos en regla, hacía cantar bien las partes, y, la mayoría de las veces, sus obras han tenido éxito.

Carlo Goldoni

9/10/11

Walt Whitman, el hombre que aprendió a cantar


El poeta que sacudiría la literatura de su época del letargo antiquísimo en el cual se empozó la poesía universal, no fue ningún académico ni tampoco pisó academias; fue un pobre diablo de las letras, vástago de una aldea de New York.

Fue maestro en zonas rurales. Fue periodista y constructor. Asiste a los heridos en la Guerra de Secesión. Entre su vida ofuscada lee a los clásicos con devoción y entrega. Escribe poesía.

Su pensamiento se nutrió de ideas liberales, en contraposición al hierático conservadurismo y puritanismo consolidados en los valores tradicionales, y en este caos de doctrinas decadentes Whitman se alzó como el máximo punto de la lírica de su país.

Forjó una obra audaz que, como tantas de las grandes creaciones, fue prohibida en su tiempo; obra que podría llamarse única y progresiva. Fue el conjunto de poesías intitulado Leaves of Grass.

Redescubrir lo que somos como humanos no es tarea sencilla. Whitman lo intentó con resultados satisfactorios. Posará en la cumbre de las mentes lúcidas que ha concebido el azaroso universo.


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Canto a mí mismo

(Fragmentos)

3

He escuchado lo que los charlatanes decían, la charla del principio y la del final;

Pero yo no hablo del principio ni del final.

Jamás existió otro comienzo que este de ahora,

Ni más juventud ni vejez que la de hoy;

Y jamás existirá otra perfección que la de ahora,

Ni otro paraíso ni otro infierno que este de hoy.

[…]

Elaborar no tiene importancia, sabios o necios lo realizan por igual.

Firmes en el más sólido convencimiento, aplomados en su probidad, bien aferrados, abrazados a las vigas,

Recios como potros, amorosos, arrogantes, eléctricos, Yo y este misterio, henos aquí de pie.

[…]

Confluyen en este tercer fragmento un remolino de conceptos filosóficos que influyen en el devenir humano. Así, desde un principio cosmogónico («pero yo no hablo del principio ni del final»), pasa por el cielo y el infierno, los instintos, la lucha de contrarios, la pureza, la historia («Mostrando lo mejor y, apartándolo de lo peor, el tiempo hostiga al tiempo», aunque esto suene tan apodíctico no es tan veraz como aparenta), hasta llegar al más pequeño de los órganos del cuerpo y a las más sencillas relaciones humanas.


16

Soy del anciano y del joven, del necio tanto como del sabio;

Negligente con unos, siempre respetuoso con los otros,

Maternal tanto como paternal, un niño tan bien como un hombre,

La sustancia de que colmado estoy es grosera y la sustancia de esa sustancia es refinada;

[…]

Un sureño tanto como un norteño- un plantador indolente y hospitalario, junto al Oconee donde vivo;

[…]

En mi hogar, en las colinas de Vermont, o en los bosques del Maine, o viviendo en un rancho de Texas;

Camarada de los californianos camarada de las gentes libres del Noroeste (enamorado de sus esbeltas proporciones),

Camarada de los jangaderos y de los carboneros, camarada de los que estrechan las manos dando la bienvenida e invitan a comer y beber;

Un aprendiz con los más simples, un maestro para los más aventajados;

[…]

Y no estoy encaramado, ocupo siempre mi lugar.

[…]

Canto al ser humano en su más pura esencia. Whitman trata de unirse a todo, a todos, y la respuesta es ser como todos y a la vez mejor. Paradoja que trata de resolver el poeta aprendiendo de los simples e instruyendo a los sabios. No se trata de vano orgullo. Sólo está en su lugar.


17

Estos son realmente los pensamientos de todos los hombres en todas las edades y en todos los pueblos, no son originalmente míos;

Si ellos no son también tan suyos como míos, no son más que nada, o casi nada;

Si ellos no son el enigma, y la clave del enigma, tampoco son nada;

Si ellos no son tanto lo inmediato, como lo distante, nada son.

Esta es la hierba que brota donde quiera que haya tierra, y agua;

Este es el aire común que baña el globo.

La universalidad de la poesía de Whitman está en su mirada abarcadora, que otea vastos horizontes. Una suerte de panfilosofía para nada mística, sino terrenal; un sincretismo de todas las facetas y modelos del pensamiento humano; una especie de epifanía en el encuentro consigo mismo por medio de una actitud de unión universal que Whitman trata de velarnos pero que al mismo tiempo nos hace un guiño: ahí está dentro del ser mismo, no afuera.

Unión intemporal con el ser humano. Identificación universal con el ser humano. Whitman en uno de sus momentos más elevados.


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«Whitman […] es impersonal; abarca la multitud, las masas, los grandes enjambres de la humanidad. Sus ojos están constantemente puestos en lo potencial, en el divino po­tencial que hay en el hombre. […] Whitman tiene la facultad de contemplarlo todo, sea divino o satánico, como parte de la incesante corriente heraclitiana. No hay fin, no hay principio. Un viento alto y firme sopla a través de sus poemas. Su visión tiene una cualidad sanadora

Henry Miller



«No tiene otro título ni rótulo a la puerta.

No es doctor

ni reverendo

ni maese…

No es un misionero tampoco.

No viene a repartir catecismos ni reglamentos,

ni a colgarle a nadie una cruz en la solapa.

Ni a juzgar:

ni a premiar

ni a castigar.

Viene sencillamente a cantar una canción.»

León Felipe